sábado, 12 de enero de 2013

DIOS ES FAMILIA . ATTE . REVERENDOS DE LOS MORMONES . A. C. Y R. ADANS ... POR RITA AMODEI

La familia es la parte central del plan de Dios.“Ningún éxito en la vida puede compensar el fracaso en el hogar”. –David O. McKay No sería demasiado afirmar que una persona que proviene de un hogar amoroso, que le brinda apoyo, tiene una gran ventaja en la vida. Muchas personas logran salir adelante, aunque provengan de situaciones familiares poco ideales, pero el tener cubiertas las necesidades básicas, contar con el amor de los padres y aprender las lecciones de la vida en el hogar, hace que los desafíos de la vida diaria sean mucho más fáciles de afrontar. De igual manera, como adulto uno desea un hogar feliz para su familia. Esto no es casualidad. Dios nos organiza en familias para que podamos crecer en un ambiente de felicidad y seguridad, para que así podamos aprender a amar a los demás desinteresadamente; ésta es la clave de la verdadera felicidad. El mejor lugar para aprender a amar a los demás de la forma en que el Padre Celestial nos ama a cada uno de nosotros es en el seno familiar. La Iglesia de Dios existe para ayudar a las familias a obtener bendiciones eternas. Creemos que la mayor bendición que Él nos da, es la capacidad para regresar a vivir con Él en el cielo junto con nuestras familias. Seguimos la voluntad del Padre Celestial porque ésta es la manera en que obtenemos esta bendición. Todos formamos parte de la familia de Dios Cuando en la Iglesia llamamos a uno de nuestros miembros “hermano” García o “hermana” Herrera, lo decimos con todo el sentido de la palabra. Creemos que todos nosotros, incluso los que no son miembros de la Iglesia, somos hijos e hijas literales de nuestro Padre Celestial (Hebreos 12:9) y por lo tanto, son nuestros hermanos celestiales. Antes de venir a la tierra recibimos el amor y las enseñanzas de nuestro Padre Celestial como integrantes de una familia eterna, por lo que compartimos un lazo de unión que trasciende a esta vida. Piense en ello, si realmente pensara en su vecino o compañero de trabajo como su hermano o hermana, ¿lo trataría diferente? De igual manera, el saber que su familia terrenal tiene una importancia eterna, le puede ayudar a tratarlos mejor también. La familia está primero Quizás no hayamos tenido la suerte de habernos criado en una familia feliz y segura con dos padres amorosos. Tal vez no, o quizás crecimos en circunstancias difíciles y sin el amor ni el apoyo que anhelábamos. De igual manera, como adulto uno desea un hogar feliz para su familia. No siempre es fácil vivir en paz en una familia, pero en la Iglesia restaurada de Dios, el matrimonio y la familia se consideran la unidad social más importante de esta vida y de la eternidad. La gente que ha pasado por desastres naturales nunca ha dicho: “Todo lo que pensaba durante el terremoto era en mi cuenta de banco”. Por lo general siempre dicen: “Sólo podía pensar en mi esposa y en mis hijos”. No es necesario que ocurra una catástrofe para saber que eso es verdad. Sin embargo, muy seguido permitimos que el obtener dinero, buscar placer e incluso las necesidades de los demás distraigan la atención que damos a nuestra familia. En La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días ella está primero. La próxima vez que quiera gritarle a su hijo adolecente por algo, pregúntese: “¿Qué desearía Cristo que yo hiciera?” La felicidad en la vida familiar tiene mayor probabilidad de lograrse cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo. Esto abarca el no ser egoísta, ser honrado, leal, amoroso y un conjunto completo de otras virtudes, sin olvidar un gran esfuerzo. Una familia amorosa y feliz no se logra accidentalmente. Al pensar en nuestra familia, pasamos tiempos felices y otros no tanto. ¿Cuáles fueron los momentos más felices? Lo más probable es que hayan sido cuando nos sentimos amados. Cuando nuestro padre lloró porque nosotros estábamos enfermos. Cuando vimos a nuestros padres reír y sonreír y pudimos ver cuánto se amaban el uno al otro. Cuando mi hermana me felicitó por hacer un gol o viceversa. Cuando rompí una ventana y mis padres me perdonaron en vez de gritarme. Cuando el automóvil se salió de la vía durante una tormenta y nuestra familia tuvo que caminar varios kilómetros para conseguir ayuda. Nos tomamos de las manos y cantamos para hacer que el tiempo pasara más rápido. Ayudamos también a sacar a otras personas de la nieve. Mi familia sufrió junto conmigo durante mi participación en la obra musical de la escuela, aún cuando yo sólo ayudaba con la escenografía. Si nuestra familia ha orado, cantado o asistido junta a la Iglesia, quizas podamos recrear esos momentos felices hoy con nuestra pareja y familia. Si no hubo mucho de esos mommentos felices en nuestra familia cuando éramos jóvenes, entonces tendríamos que hacer las cosas diferentes. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

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