sábado, 24 de agosto de 2013

TEATRO EN LA CALLE CORRIENTES . ......... POR RITA AMODEI

Hola: Estrenamos una nueva obra dirigida por Agustín Alezzo. Estamos los sábados y domingos a las 20 hs. en el Teatro Auditorio Losada (Av. Corrientes 1551). Los esperamos! Saludos, Cecilia

MOLIERE . TARTUFO ...... POR RITA AMODEI

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MOLIERE :TARTUFO . ..... POR RITA AMODEI

Tartufo o el impostor (Tartuffe ou l'Imposteur) es una comedia en cinco actos escrita en versos alejandrinos por Molière y estrenada el 12 de mayo de 1664. Argumento ---Orgón es un personaje bastante importante que ha caído bajo la influencia de Tartufo (Tartuffe es el nombre dado a la trufa u hongo escondido bajo tierra), un hipócrita beaturrón, que además es bastante torpe. De hecho, los únicos que no se han dado cuenta de la verdadera naturaleza de Tartufo son Orgón y Madame Pernelle. El mediocre y ladino Tartufo exagera la devoción y ha llegado a ser el director espiritual de Orgón. Este aventurero está tratando, además, de casarse con la hija de su benefactor, al tiempo que trata de seducir a la segunda esposa de éste, Elmira, mucho más joven que su marido. Una vez desenmascarado, tratará de aprovecharse de unas donaciones (firmadas) que Orgón le ha transmitido para tratar de echar a éste de su propia casa. Va incluso ante el rey, pero éste, recordando los antiguos servicios que Orgón le prestó, anula dichos papeles y hace que Tartufo sea detenido. Tartufo en una ilustración del siglo XIX.Reacciones ante la obra ---La obra fue presentada ante el Rey antes de su estreno en una versión inconclusa con sólo tres actos. Aun así, consigue indignar al partido de los devotos por su contenido. La Compañía del Santo Sacramento utilizó su influencia para conseguir que la obra se prohibiera. Veían en ella un ataque frontal a la religión y a los valores que ellos propugnaban. Es cierto que tras la crítica de la hipocresía, que es el tema principal de la obra, se esconde también un ataque al papel demasiado influyente que tenían algunos devotos directores espirituales, que en realidad eran saqueadores de herencias. Tras algunas vadas, Molière trató de representar su obra con el título de Panulfo o el impostor en agosto de 1667. Pero tras la primera representación, el responsable de la policía prohíbe de nuevo la obra con el argumento de que "no es el teatro el sitio para predicar el Evangelio". El arzobispo de París, Hardouin de Péréfixe, llega a amenazar con la excomunión a cualquiera que represente o escuche la obra, a la que acusa de ser un virulento ataque a la religión. Hay que esperar hasta febrero de 1669 para que Luís XIV de Francia autorice a Molière a representar su obra, que recupera además su título original de Tartufo. El personaje Tartufo describió de manera tan excelsa al ser hipócrita que este nombre es utilizado ahora en el Diccionario de la Real Academia Española para definir a la persona hipócrita y falsa. Intenciones de Molière[editar · editar fuente]Al escribir esta obra, Molière ataca un bastión muy influyente: los devotos. Entre ellos se cuentan hombres religiosos sinceros pero también manipuladores conscientes del poder que puede proporcionarles su devoción. Este segundo grupo es el que el autor ataca. Con la situación doméstica que Molière refleja en el Tartufo quiere reflejar al mismo tiempo la situación política en Francia: Luis XIV, monarca absolutista de poder no discutido (comparable al de un padre de familia), estaba rodeado de una serie de personas que se dieron cuenta de que la única manera de mandar en Francia era acercarse al rey e influirle, presentándose como personas de pleno sentir religioso y moralidad intachable. Molière quería que la autoridad real se ejerciese y se alejase a esas personas, que fueron las que no permitieron la representación del Tartufo (ni siquiera bajo el título El impostor), por lo que tuvo que alterar su obra en varias ocasiones. De hecho, el último acto enseña cómo la familia sólo puede apelar a una fuerza exterior. Él quería que eso, trasladado al plano político, simbolizase que sólo el rey y la justicia real podían resolver los problemas del pueblo francés. El rey lo comprendió y levantó la prohibición de la obra en 1669. Personajes de la obra[editar · editar fuente]Orgón: Gran burgués parisiense, que goza de una buena situación económica y social. Es una persona autoritaria, lleva las riendas de su casa y hace observaciones pertinentes a los miembros de la familia. No obstante, gracias a la influencia de Tartufo, se presenta como un ser idiota e intratable. Con Tartufo en la casa, carece de autoridad y de voluntad, además de buen sentido. Está casado con Elmira. Es el único en la casa, además de su madre, Madame Pernelle, que no se da cuenta de la evidente farsa del Tartufo. A pesar de ser un hombre bastante inteligente y sensato, es muy temeroso de los castigos divinos, sobre todo del castigo de acudir al infierno tras una vida pecaminosa. Es por eso que cree ciegamente en todo lo que dice Tartufo, aunque esto vaya en contra de los intereses de su familia. De hecho, por su ceguera con respecto a Tartufo, llega a expulsar a Damis de su propia casa, a planear el casamiento de su hija Mariana con Tartufo, e incluso a cambiar la herencia para que toda fuera a parar a manos del falso beato. Durante los cuatro primeros actos, Orgón es un muñeco en manos de Tartufo, y apenas sale de su engaño, lo vemos pasar al extremo opuesto: es un hombre colérico, exagerado y muy cómico (especialmente en la escena de debajo de la mesa, mientras escucha al Tartufo hacer proposiciones indecentes a su mujer Elmira). Elmira: la esposa de Orgón, y la madrastra de Damis y Mariana. Es más tranquila que su marido, y bastante sensata y precavida. Su principal objetivo en la obra será la de proteger el futuro de Mariana, para que no se case con Tartufo y se case con el hombre a quien ella ama, Valerio. Al igual que el resto de su familia, intenta hacerle ver a su esposo la verdad sobre Tartufo, sin éxito. Dorina: es la fiel criada de la casa de Orgón. A pesar de ello, tiene mucha confianza con la familia, y gracias a ello puede entrometerse en la vida de esta, así como en el conflicto ocasionado por Tartufo. No responde al arquetipo de criada inculta y malhablada, sino que es muy inteligente y perspicaz, por lo que sus consejos y comentarios son muy acertados e irónicos, de gran comicidad, debe de ser un personaje divertidísimo de interpretar, ya que además de sus gestos y miradas al público, también se expresa en un lenguaje típico del pueblo llano, añadiendo aún más comicidad a la escena. Su presencia es vital en la obra, pues es ella la que maquina el engaño hacia Tartufo, con el objetivo de desenmascararlo. Es la primera en darse cuenta de las intenciones de Tartufo con respecto a la familia, hacia Orgón, hacia Elmira, etc. Es alegre, simpática, valiente, y durante toda la obra actúa como la portavoz del sentido común. Tartufo: .. en la versión a comentar, el personaje del Tartufo es algo así como un bufón falsamente devoto (de hecho, Molière iba vestido de juglar o de bufón al interpretarlo, provocando una escena aún más rocambolesca), pero el papel es algo ambiguo, pues es representado más bien como un cura o un fraile de la época, que incluso tiene un ayudante. Tartufo es el personaje principal de la obra, pues en torno a él se desarrolla toda la trama. Aparece en esta tardíamente, pero aun así sabemos como es por los comentarios que hacen los otros personajes. Desde el primer momento, por su malicia e hipocresía se nos hace odioso, verdaderamente odioso. Por sus engaños, es un hombre bastante listo y rastrero, que no duda en engañar y aprovecharse de los inocentes que crean su palabra. Tiene un aspecto de bufón que hace reír al público, pues sus comentarios acerca de su supuesta pobreza no se corresponden en absoluto a su buen estado de salud (de hecho, es descrito por Dorina como gordo, colorado, con mucho apetito, etc.) Damis: el hijo de Orgón. Es un personaje que dice todo lo que piensa, muy apasionado, a veces resultando excesivo (Dorina teme que pueda echar a perder todo el plan ideado para desenmascarar a Tartufo), pero ante todo leal a su familia, y de buen corazón. Su padre, dejándose llevar por la ira, echa de casa a Damis, porque piensa que su hijo lo ha traicionado al ultrajar a Tartufo. Se da a entender que pueda estar enamorado de la hermana de Valerio y que por ello apoya la relación entre éste y Mariana. Mariana: la hija de Orgón. Es joven y bella, por ello su padre decide casarla con Tartufo, a pesar de que ella estaba previamente comprometida con Valerio, el verdadero amor de su vida. Es muy obediente, sobre todo con los mandatos de su padre, y en ningún momento se rebela con firmeza sobre la idea de casarse con el falso beato, pues desobedecería la orden de su amado padre Orgón. De hecho, es Dorina y su madre Elmira las que se manifiestan más en desacuerdo con el imperativo de Orgón. No participa demasiado en la obra. Valerio: el novio de Mariana. Cuando se entera de que Orgón planea casarla con Tartufo se ofende y decide dejarla, pero Dorina logra poner paz entre ambos. Cleanto: Es el cuñado de Orgón, hermano de la primera esposa de éste. Es soltero, o por lo menos en la obra no se menciona lo contrario. Es muy calmado, al contrario que Damis, y por sus comentarios es de extremada inteligencia. Tiene una mentalidad muy analítica, racionalista y metódica. Sus consejos son muy apreciados por la familia, en todos los ámbitos, tanto en política y economía con Orgón, como con otro tipo de consejos. Junto a Dorina, es de los personajes más inteligentes y sensatos de la obra. Aun así, gracias a la ceguera de Orgón, llega a pelearse con él porque no quiere ver la realidad tal y como es. Por otra parte, es quizás el personaje menos cómico o gracioso de la obra, pues siempre actúa con gestos calmados y con comentarios largos y exentos de pasión. Madame Pernelle: la madre caprichosa de Orgón. Es de ideología muy tradicional y bastante retrógrada. Se muestra de acuerdo en todo momento con la presencia de Tartufo en la casa, incluso cuando al final tanto Orgón como el resto de la familia han desenmascarado a Tartufo, sigue apoyando sus actos. La comicidad de este personaje reside precisamente en eso, en el aspecto de ancianidad que expresa, mezclado a los comentarios típicos de abuela entrometida. Por ejemplo, una escena muy graciosa en la que Madame Pernelle participa es cerca del principio, donde critica los comportamientos de los miembros de la casa de Orgón de forma autoritaria, a la par de cómica. Flipota: La empleada de Madame Pernelle. Sale en el Acto Primero, y no habla. Leal: Alguacil que aparece en el acto quinto, escena IV. Es el alguacil que es mandado por Tartufo para decir a Orgón que Tartufo era el dueño de su casa y por lo tanto él debía desalojar el lugar. Se caracteriza por ser una persona muy educada y correcta para hablar.

IVAN TURGENIEV . PADRES E HIJOS .....POR RITA AMODEI

Padres e hijos (ruso: Отцы и дети) es una novela escrita por Iván Turguénev (ruso: Иван Сергеевич Тургенев) y publicada en 1862. Es la obra más conocida de este escritor. Reseña ..La novela está ambientada en la época de la abolición de la servidumbre (1861) en la Rusia del zar Alejandro II. Plantea los conflictos de la relación padre-hijo, el nihilismo como crítica de la generación joven a las tradiciones y el enfrentamiento de los partidarios de la occidentalización contra los eslavófilos . La novela en la cultura contemporánea[editar · editar fuente]La novela ha sido adaptada para televisión en diversas ocasiones en distintos países[2] Esta novela y todas las obras originales de este autor son de domino público (el autor falleció hace más de 100 años), pero sus traducciones pueden estar fuera de él.

LAS DOS CARATULAS : RADIO NACIONAL . ARGENTINA. L. PIRANDELLO : ENRIQUE IV ......... POR RITA AMODEI

Radio Nacional presenta su ciclo histórico de radioteatros "Las dos Carátulas", producido por Nora Massi y emitido desde 1950. En este libro de Luigi Pirandello participa Daniel Miglioranza como actor invitado ++++++

LUIGI PIRANDELLO . ENRIQUE IV .........POR RITA AMODEI

Enrique IV (Enrico IV, en italiano) es una comedia en tres actos escrita por el italiano Luigi Pirandello en 1921, y representada por primera vez en el Teatro Manzoni de Milán el 24 de febrero de 1922. Es considerada la obra maestra de Pirandello, junto con Seis personajes en busca de autor. Constituye un estudio sobre el significado de la locura, al mismo tiempo que sobre el tema, muy querido a su autor, de la relación, compleja y finalmente inextricable, entre personaje y persona, ficción y realidad. Trama ---El protagonista como consecuencia de una enfermedad cree ser Enrique IV, el monarca germano, y el resto de los personajes le siguen la corriente. Después de doce años recupera la cordura pero opta por fingir no haberla recobrado. Finalmente, el protagonista queda encerrado en sí detrás de la máscara del alemán, llevando una vida que representa un engaño ++++++++ Enrique IV Luigi Pirandello (Teatro, 23) COMPARTE: Hace afirmar Pirandello a su Enrique IV "Confiar en alguien, eso sí es realmente cosa de locos". Es una de las grandes enseñanzas de esta comedia/tragedia dedicada a la traición, a la mentira, a los años perdidos, al terror que nos provoca la realidad. La locura es un feliz resguardo contra una realidad agresiva, repugnante a veces.¿Es el Enrique IV emperador medieval el loco o lo son todos los demás? ¿Son locura sus ropajes, sus vivencias, sus fantasmas, o somos los cuerdos quienes dejamos escapar la vida? Los amigos de juventud de este Enrique IV entran en su estancia de aspecto gótico a perpetrar la mascarada que supuestamente le va a curar de su locura, pero ¿y si entre ellos se encuentra el culpable de la misma? ¿No será locura la de todos ellos al querer devolver a la realidad al más cuerdo de todos ellos? Europa se desangra por la Primera Guerra Mundial y los buenos burgueses hacen bailes de máscaras, se traicionan, juegan a ser dignos, como eternos adolescentes. Nuestro Enrique IV es un aristócrata que, tras sufrir un accidente, queda afectado en su cordura y cree vivir en la época del disfraz que llevaba en aquel momento; piensa que es el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero ¿está loco o de manera consciente ha ocupado el papel de un emperador para dar la espalda a la realidad que le rodea? Enrique IV, por Miguel Angel de Rus: Hace afirmar Pirandello a su Enrique IV "Confiar en alguien, eso sí es realmente cosa de locos". Es una de las grandes enseñanzas de esta comedia/tragedia dedicada a la traición, a la mentira, a los años perdidos, al terror que nos provoca la realidad. La locura es un feliz resguardo contra una realidad agresiva, repugnante a veces. Basta mirar alrededor. Escrita en 1922, Enrique IV mantiene su total vigencia, quizá por el desapego de la mirada, por esa capacidad de mezclar lo dramático y el humor más terrible. Quizá Pirandello mantuvo siempre su alma de niño y lo vio todo con ojos siempre nuevos. ¿Es el Enrique IV emperador medieval el loco o lo son todos los demás? ¿Son locura sus ropajes, sus vivencias, sus fantasmas, o somos los cuerdos quienes dejamos escapar la vida, escurriéndose por la manga de nuestra camisa, cometiendo la locura de no vivir cada minuto? ¿Cómo amar para siempre si el amor que en el que se ha creído está hueco, es sucio? ¿Cómo soportar la traición? Los amigos de juventud de este Enrique IV entran en su estancia de aspecto gótico a perpetrar la mascarada que supuestamente le va a curar de su locura, pero ¿y si entre ellos se encuentra el culpable de la misma? ¿No será locura la de todos ellos al querer devolver a la realidad al más cuerdo de todos ellos? Al reparar en los hechos, tenemos que pensar que quizá Enrique IV no sea el loco, sino el cuerdo, a pesar de estar enfrentado con un Papa muerto ya hace siglos, y que la Europa que se desangra por la Primera Guerra Mundial y el derrumbe no sólo de las fronteras, sino de todas las certidumbres, y que aún tiene tiempo para bailes de disfraces y juegos burgueses, sea la loca, la terriblemente loca en su cordura estúpida. Nuestro Enrique IV es un aristócrata que, tras sufrir un accidente, queda afectado en su cordura y cree vivir en la época del disfraz que llevaba en aquel momento; piensa que es el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero ¿está loco o de manera consciente ha ocupado el papel de un emperador para dar la espalda a la realidad de la sociedad europea que sale de la Primera Guerra Mundial? ¿Dónde está la farsa? ¿En el aristócrata que interpreta a un emperador o en su mujer y su amante que fingen ante su presencia ser personajes del mundo en el que quedó viviendo este Enrique IV? Enrique IV inspira afecto, ternura, comprensión. Es un loco, un loco de aquellos que pedía León Felipe en su poesía, un loco en una tierra en la que ya no hay locos porque todo el mundo está cuerdo, terrible, horriblemente cuerdo. La aristocracia del alma del autor se rebela en una frase de Enrique IV: "estoy curado. Sí lo estoy, no tendré ya necesidad de vosotros y seréis despedidos." Todos los cuerdos deberían ser despedidos, no merecen ni la condición de esclavos. Es la enseñanza elitista, individualista, ferozmente vital de Pirandello. Pude ver a José María Rodero, un actor impresionante, inmenso, interpretar a Enrique IV. Hace ya décadas de aquello -creo que fue hacia el 86-, pero nunca lo olvidaré. Al tamaño gigante del personaje, Rodero unió su inconmensurable talento. Salí del teatro fascinado y más convencido aún de lo que ya lo estaba, de que los locos son "ellos, los otros". Aquel fue un momento que ilumina una vida. Por aquellos años, Rodero interpretó a Buero Vallejo, Albert Camus, Tolstoi, Ramón del Valle Inclán; después de aquellos manjares, las ofertas cotidianas de la vida nunca volvieron a hacerme sentir el más mínimo interés, sólo podían interesarme ya los genios, los seres desmedidos, aquellos a quienes la masa gris considera locos, pero que son inmortales. Sobre Pirandello cabría decir que, como es bien sabido, su padre y su familia materna fueron fervientes anti-borbónicos (incluso pagándolo con el exilio) y defensores de la unidad democrática de Italia. No obstante conseguir expulsar a los Borbones y la unidad, Pirandello creció en una familia abiertamente decepcionada con la nueva sociedad. Es el sino de todo idealista, luchar por valores elevados y acabar encontrándose con la masa. Y de ese ambiente familiar decepcionado tras la unificación y su traumática realidad, Pirandello tomó parte de la atmósfera emocional que encontramos en sus obras. La sensación de traición a los ideales por los que se luchó y resentimiento contra la sociedad, inculcara en Pirandello la desproporción entre ideales y realidad que subraya en su ensayo L'Umorismo y que encontramos claramente en Enrique IV. Premio Nobel de Literatura en 1934, de su vanguardista y magnífica obra nos quedan títulos como El difunto Matías Pascual, Seis y personajes en busca de autor, Así es (si así os parece), El placer de la honestidad, El imbécil, El hombre, la bestia y la virtud y, por supuesto, Enrique IV. En esta obra, y en otros títulos, encontramos su individualismo a ultranza -harto de la vulgaridad circundante-, su entierro ascético, los restos de la depresión que sufrió y una apuesta estética que sobrevive porque estuvo por delante de su tiempo. Pirandello estuvo "en lo alto de la pirámide" (con perdón de Kandinsky por robarle la expresión), marca uno de los momentos más altos del decadentismo en Europa, y se anticipa en el planteamiento de la absoluta relatividad de cualquier acto o idea del hombre, mostrándonos cómo ninguno de los criterios tradicionales puede ya discriminarse como racional o irracional, normal o locura, puesto que la decadencia de la ética y la estética, la pérdida de referentes, lo hace imposible. Y evidentemente, la opinión de las mayorías no podía servir de faro a alguien elitista y elevado como Pirandello. De cuantos han descrito el humor en Pirandello, quizá el más acertado fue el que dijo que es "descarado, antijerárquico". ¿Cómo iba a aceptar jerarquías, él, que incluso cayó temporalmente en la simpatía por el fascismo, para acabar despreciando toda ideología humana? En esta obra, además, Pirandello nos recuerda los inaceptables excesos de los Papas de la Iglesia Católica, por medio del recuerdo del paseo de Canossa: el viaje que hizo el emperador Enrique IV del Sacro Imperio Germánico, desde Espira hasta el Castillo de Canossa con el fin de ver al papa Gregovio VI (enero de 1077) para solicitarle la liberación de la excomunión. Enrique IV tuvo que permanecer tres días y tres noches arrodillado a las puertas del castillo, a pesar de la fuerte nevada, vestido sólo con una túnica de lana y descalzo para poder conseguir el durísimo perdón papal (momento de humillación del poder político al religioso que recogió con maestría en un cuadro Eduard Schwoiser.) Fue el único modo que tuvo Enrique IV de no ser depuesto por sus enemigos, que habían encontrado en el dios de los católicos un curioso aliado. El desprecio de Pirandello por las jerarquías queda bien patente al incluir el recuerdo de este ominoso paseo en su texto. Como mensaje final de la obra de Pirandello, queda una idea: "toda realidad es un engaño". Si alguien no lo cree, que mire alrededor.