martes, 26 de febrero de 2013

JUAN DE LA CRUZ -- NOCHE OSCURA -----POR RITA AMODEI

NOCHE OSCURA Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual. 1. En una noche oscura, con ansias, en amores inflamada ¡oh dichosa ventura!, salí sin ser notada estando ya mi casa sosegada. 2. A oscuras y segura, por la secreta escala disfrazada, ¡Oh dichosa ventura!, a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. 3. En la noche dichosa en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía. 4. Aquésta me guiaba más cierto que la luz del mediodía, adonde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía. 5. ¡Oh noche que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada! ¡Oh noche que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada! 6. En mi pecho florido que entero para él sólo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba 7. El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería y todos mis sentidos suspendía. 8. Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.

JUAN DE LA CRUZ .. CANTICO ESPIRITUAL-----------POR RITA AMODEI

1. CANTICO ESPIRITUAL (CA) Canciones entre el alma y el Esposo Esposa 1. ¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido. 2. Pastores, los que fuerdes allá por las majadas al otero: si por ventura vierdes aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero. 3. Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras. Pregunta a las criaturas 4. ¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano del Amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado! Decid si por vosotros ha pasado. Respuesta de las criaturas 5. Mil gracias derramando pasó por estos Sotos con presura, e, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura. Esposa 6. ¡Ay, quién podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero: no quieras enviarme de hoy más ya mensajero, que no saben decirme lo que quiero. 7. Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo, y todos más me llagan, y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo. 8. Mas ¿cómo perseveras, ¡oh vida!, no viviendo donde vives, y haciendo porque mueras las flechas que recibes de lo que del Amado en ti concibes? 9. ¿Por qué, pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste? Y, pues me le has robado, ¿por qué así le dejaste, y no tomas el robo que robaste? 10. Apaga mis enojos, pues que ninguno basta a deshacellos, y véante mis ojos, pues eres lumbre dellos, y sólo para ti quiero tenellos. 11. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados! 12. ¡Apártalos, Amado, que voy de vuelo! El Esposo ­Vuélvete, paloma, que el ciervo vulnerado por el otero asoma al aire de tu vuelo, y fresco toma. La Esposa 13. Mi Amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos, el silbo de los aires amorosos, 14. la noche sosegada en par de los levantes del aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora. 15. Nuestro lecho florido, de cuevas de leones enlazado, en púrpura tendido, de paz edificado, de mil escudos de oro coronado. 16. A zaga de tu huella las jóvenes discurren al camino, al toque de centella, al adobado vino, emisiones de bálsamo divino. 17. En la interior bodega de mi Amado bebí, y cuando salía por toda aquesta vega, ya cosa no sabía; y el ganado perdí que antes seguía. 18. Allí me dio su pecho, allí me enseñó ciencia muy sabrosa; y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa: allí le prometí de ser su Esposa. 19. Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio. 20. Pues ya si en el ejido de hoy más no fuere vista ni hallada, diréis que me he perdido; que, andando enamorada, me hice perdidiza, y fui ganada. 21. De flores y esmeraldas, en las frescas mañanas escogidas, haremos las guirnaldas en tu amor florecidas y en un cabello mío entretejidas. 22. En solo aquel cabello que en mi cuello volar consideraste, mirástele en mi cuello, y en él preso quedaste, y en uno de mis ojos te llagaste. 23. Cuando tú me mirabas su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en ti vían. 24. No quieras despreciarme, que, si color moreno en mi hallaste, ya bien puedes mirarme después que me miraste, que gracia y hermosura en mi dejaste. 25. Cogednos las raposas, que está ya florecida nuestra viña, en tanto que de rosas hacemos una piña, y no parezca nadie en la montiña. 26. Detente, cierzo muerto; ven, austro, que recuerdas los amores, aspira por mi huerto, y corran sus olores, y pacerá el Amado entre las flores. Esposo 27. Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos deI Amado. 28. Debajo del manzano, allí conmigo fuiste desposada. allí te di la mano, y fuiste reparada donde tu madre fuera violada. 29. A las aves ligeras, leones, ciervos, gamos saltadores, montes, valles, riberas, aguas, aires, ardores y miedos de las noches veladores, 30. Por las amenas liras y canto de serenas os conjuro que cesen vuestras iras, y no toquéis al muro, porque la esposa duerma más seguro. Esposa 31. Oh ninfas de Judea!, en tanto que en las flores y rosales el ámbar perfumea, morá en los arrabales, y no queráis tocar nuestros umbrales 32. Escóndete, Carillo, y mira con tu haz a las montañas, y no quieras decillo; mas mira las compañas de la que va por ínsulas extrañas Esposo 33. La blanca palomica al arca con el ramo se ha tornado y ya la tortolica al socio deseado en las riberas verdes ha hallado. 34. En soledad vivía, y en soledad ha puesto ya su nido, y en soledad la guía a solas su querido, también en soledad de amor herido. Esposa 35. Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte ó al collado do mana el agua pura; entremos más adentro en la espesura. 36. Y luego a las subidas cavernas de la piedra nos iremos, que están bien escondidas, y allí nos entraremos, y el mosto de granadas gustaremos 37. Allí me mostrarías aquello que mi alma pretendía, y luego me darías allí, tú, vida mía, aquello que me diste el otro día: 38. El aspirar del aire, el canto de la dulce Filomena, el soto y su donaire, en la noche serena, con llama que consume y no da pena 39. Que nadie lo miraba, Aminadab tampoco parecía, y el cerco sosegaba, y la caballería a vista de las aguas descendía

JORGE DORIO .. ENTREVISTA ----POR RITA AMODEI

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ALEJANDRO DOLINA ENTRE CASAS Y TRAMPAS ------POR RITA AMODEI

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