martes, 22 de enero de 2013

EMILY DICKINSON : POEMAS .....PROLOGO Y TRADUCCION SILVINA OCAMPO ........... POR RITA AMODEI DIRECTORA DEL BLOGSPOT .

Poemas de Emily Dickinson: A salvo en sus cámaras de alabastro... A una casa de rosa no te acerques... Altivez Bueno es soñar. Despertar es mejor... Certidumbre Coloquio Cuando cuento las semillas Él era débil y yo fuerte... Embriaguez En mi flor me he escondido... En mi jardín avanza un pájaro... Ensueño Es la dicha un abismo por lo tanto... Estatura La sortija Mi vida se detuvo - Un arma cargada... Morir ni duele mucho No era la muerte, pues yo estaba de pie... Pequeñez Podría estar más sola sin mi soledad... Poema 37 Poema 63 Poema 128 Poema 520 Poema 739 Poema 783 Poema 815 Poniente Presentimiento Que yo siempre amé... Selección Sentí un funeral en mi cerebro... Soy nadie. ¿Y tú quién eres?... Tan lejos de la piedad como la queja Un sueño largo, largo un ya famoso sueño... ÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇÇ A salvo en sus Cámaras de Alabastro... A salvo en sus Cámaras de Alabastro - Insensibles al amanecer Y al mediodía - Duermen los mansos miembros de la Resurrección - Viga de raso, Y Techo de piedra. Final 1. La luz se ríe de la brisa En su Castillo sobre ellos - Murmura la Abeja en un oído imperturbable, Trinan los dulces Pájaros en cadencia ignorada - Ah, ¡Cuánta sagacidad aquí perecida¡ Final 2. Solemnes pasan los Años, Crecientes , sobre ellos Los Mundos recogen sus Arcos - Y los Firmamentos - reman - Se arrojan Diademas y se rinden los Dogos - Tácitos como puntos - sobre un Disco de nieve - Versión de Miguel Artime A una casa de rosa no te acerques... a una casa de rosa no te acerques demasiado, que estragos de una brisa o el rocío inundándola -una gota- abatirán su muro, amedrentado. Y atar no intentes a la mariposa, ni escalar setos del arrobamiento. Hallar descanso en lo inseguro está en el mismo ser de la alegría. Altivez Sólo sabemos toda nuestra altura si alguien le dice a nuestro sér: ¡Levanta! Y entonces, fiel consigo, se agiganta hasta llegar al cielo su estatura. De la vida común sería ley el heroísmo en el humano ruedo si no nos doblegáramos al miedo de vernos y sentirnos como un rey. Versión de Carlos López Narváez Bueno es soñar. Despertar es mejor... Bueno es soñar. Despertar es mejor si se despierta en la mañana. Si despertamos a la media noche, es mejor soñar con el alba. Más dulce el figurado petirrojo que nunca alegró el árbol, que enfrentarse a la solidez de un alba que no conduce a día alguno. Versión de José Manuel Arango Certidumbre Yo jamás he visto un yermo y el mar nunca llegué a ver pero he visto los ojos de los brezos y sé lo que las olas deben ser. Con Dios jamás he hablado ni lo visité en el Cielo, pero segura estoy de a dónde viajo cual si me hubieran dado el derrotero. Versión de Carlos López Narváez Coloquio Había muerto yo por la Belleza; me cercaban silencio y soledad, cuando dejaron cerca de mi huesa a alguno que murió por la Verdad. En el suave coloquio que entablamos, vecinos en la lúgubre heredad, me dijo y comprendí: Somos hermanos una son la Belleza y la Verdad. Y así, bajo la noche, tras la piedra, dialogó nuestra diáfana hermandad hasta que el rostro nos cubrió la yedra y los nombres borró la eternidad. Versión de Carlos López Narváez Cuando cuento las semillas... Cuando cuento las semillas sembradas allá abajo para florecer así, lado a lado; cuando examino a la gente que tan bajo yace para llegar tan alto; cuando creo que el jardín que no verán los mortales siega el azar sus capullos y sortea a esta abeja, puedo prescindir del verano, sin queja. Versión de Silvina Ocampo Él era débil y yo era fuerte... Él era débil y yo era fuerte, después él dejó que yo le hiciera pasar y entonces yo era débil y él era fuerte, y dejé que él me guiara a casa. No era lejos, la puerta estaba cerca, tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado, no había ruido, él no dijo nada, y eso era lo que yo más deseaba saber. El día irrumpió, tuvimos que separarnos, ahora ninguno de los dos era más fuerte, él luchó, yo también luché, ¡pero no lo hicimos a pesar de todo! Versión de L.S. Embriaguez En jarros tallados en nácar apuro un licor ignorado... Tal vez ni del Rhin en las cavas pudiera mi sed encontrarlo. Con una embriaguez de rocío, borracha de incógnitos hálitos, tabernas de azul diluido recorro en perpetuos veranos. Cuando las abejas y las mariposas, agobiadas, ebrias, vuelen de las pomas, aún libaré yo mi vaso de extraño licor... Hasta que los ángeles me agiten su níveo penacho, y a los ventanales celestes se asomen los santos para contemplarme borracha de azul y de sol. Versión de Carlos López Narváez En mi flor me he escondido... En mi flor me he escondido para que, si en el pecho me llevases, sin sospecharlo tú también allí estuviera... Y sabrán lo demás sólo los ángeles. En mi flor me he escondido para que, al deslizarme de tu vaso, tú, sin saberlo, sientas casi la soledad que te he dejado. Versión de L.S. En mi jardín avanza un pájaro... En mi jardín avanza un pájaro sobre una rueda con rayos - de música persistente como un molino vagabundo - jamás se demora sobre la rosa madura- prueba sin posarse elogia al partir, cuando probó todos los sabores - su cabriolé mágico va a remolinear en lontananzas- entonces me acerco a mi perro, y los dos nos preguntamos si nuestra visión fue real- o si habríamos soñado el jardín y esas curiosidades- ¡pero él, por ser más lógico, señala a mis torpes ojos- las vibrantes flores! ¡Sutil respuesta! Versión de Silvina Ocampo Ensueño Para fugarnos de la tierra un libro es el mejor bajel; y se viaja mejor en el poema que en el más brioso y rápido corcel Aun el más pobre puede hacerlo, nada por ello ha de pagar: el alma en el transporte de su sueño se nutre sólo de silencio y paz. Versión de Carlos López Narváez Es la dicha un abismo por lo tanto... ¿Es la dicha un abismo por lo tanto que no me deja dar un paso en falso por miedo a que el calzado se me arruine? Prefiero que mis pies se den el gusto a cuidar los zapatos- porque en cualquier zapatería una puede comprar un nuevo Par- Mas la dicha se vende una vez sola. Perdida la patente nadie podrá comprarla nunca más- Díganme, pies, decidan la cuestión ¿debe cruzar la señorita, o no? ¡Expídanse, Zapatos! Versión de Roberto Facceti Estatura Poder discrecional tuve en mi mano y con denuedo contra el mundo fui; dos veces temeraria lo he afrontado tan sólo con la honda de David. Aunque la piedra le arrojé segura fui sólo yo la que me desplomé : ¿de Goliat fue muy grande la estatura o quizá fue mayor mi pequeñez? Versión de Carlos López Narváez La sortija En mi dedo tenía una sortija. La brisa entre los árboles erraba. El día estaba azul, cálido y bello. Y me dormí sobre la yerba fina. Al despertar miré sobresaltada mi mano pura entre la tarde clara. La sortija entre mi dedo ya no estaba. Cuanto poseo ahora en este mundo es un recuerdo de color dorado. Versión de Eduardo Carranza Mi vida se había parado- un Arma Cargada... Mi vida se había parado- un Arma Cargada- en los Rincones- hasta que un día el Dueño pasó- me identificó- y me llevó lejos- Y ahora vagamos por Bosques Soberanos - y ahora cazamos a la Cierva- y cada vez que hablo por él- las Montañas contestan diligentes- Y sonrío, tal luz cordial sobre el resplandor del valle- es como si una cara Vesuviana hubiera dejado su voluntad a su paso- Y cuando en la noche- acabado nuestro buen día - guardo la cabeza de mi amo- Es mejor que haber compartido la profunda almohada de plumón- De Su enemigo - soy enemigo mortal- ninguno se agita por segunda vez- en quién pongo un ojo amarillo- o un pulgar enfático- Aunque Yo así como él - podamos vivir largamente él debe vivir más -que Yo- porque yo tengo el poder de matar, Sin -el poder de morir- Versión de Miguel Artime Morir no duele mucho... Morir no duele mucho: nos duele más la vida. Pero el morir es cosa diferente, tras la puerta escondida: la costumbre del sur, cuando los pájaros antes que el hielo venga, van a un clima mejor. Nosotros somos pájaros que se quedan: los temblorosos junto al umbral campesino, que la migaja buscan, brindada avaramente, hasta que ya la nieve piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas. Versión de L.S. No era la Muerte, pues yo estaba de pie... No era la Muerte, pues yo estaba de pie Y todos los muertos están acostados, No era de noche, pues todas las campanas Agitaban sus badajos a mediodía. No había helada, pues en mi piel Sentí sirocos reptar, Ni había fuego, pues mis pies de mármol Podían helar un santuario. Y, sin embargo, se parecían a todas Las figuras que yo había visto Ordenadas para un entierro Que rememoraba como el mío. Como si mi vida fuera recortada Y calzada en un marco Y no pudiera respirar sin una llave Y era como si fuera medianoche Cuando todo lo que late se detiene Y el espacio mira a su alrededor La espeluznante helada, primer otoño que llora, Repele la apaleada tierra. Pero todo como el caos, Interminable, insolente, Sin esperanza, sin mástil Ni siquiera un informe de la tierra Para justificar la desesperación. Pequeñez Es cosa tan pequeña nuestro llanto; son tan pequeña cosa los suspiros... Sin embargo, por cosas tan pequeñas vosotros y nosotras nos morirnos. Versión de Carlos López Narváez Podría estar más sola sin mi soledad... Podría estar más sola sin mi soledad, tan habituada estoy a mi destino, tal vez la otra paz, podría interrumpir la oscuridad y llenar el pequeño cuarto, demasiado exiguo en su medida para contener el sacramento de él, no estoy habituada a la esperanza, podría entrometerse en su dulce ostentación, violar el lugar ordenado para el sufrimiento, sería más fácil fallecer con la tierra a la vista, que conquistar mi azul península, perecer de deleite. Versión de L.S. Poema 37 Corazón, le olvidaremos en esta noche tú y yo. Tú, el calor que te prestaba. Yo, la luz que a mí me dio. Cuando le hayas olvidado dímelo, que he de borrar aprisa mis pensamientos. Y apresura tu labor no sea que en tu tardanza vuelva a recordarle yo. Versión de L.S. Poema 63 (Time and Eternity") Haz amplia esta cama, haz esta cama con prudencia; espera en ella el postrer juicio, sereno y excelente. Que sea recto su colchón y redonda sea su almohada, que ningún rayo dorado de sol llegue jamás, a perturbarla. Versión de L.S. Poema 128 Dame el ocaso en una copa, enumérame los frascos de la mañana y dime cuánto hay de rocío, dime cuán lejos la mañana salta- dime a qué hora duerme el tejedor que tejió el espacio azul. Escríbeme cuántas notas habrá en el nuevo éxtasis del tordo entre asombradas ramas- cuántos caminos recorre la tortuga- cuántas copas la abeja comparte, disoluta del rocío. También, ¿quién puso la base del arco iris, también, quién guía las esferas dóciles por juncos de azul flexible? ¿Qué dedos atan las estalactitas- quién cuenta la plata de la noche para saber si nadie está en deuda? ¿Quién edificó esta casita albana y cerró herméticamente las ventanas que mi espíritu no puede ver? ¿Quién me dejará salir un día de gala con implementos de vuelo, fugaz pomposidad? Versión de Silvina Ocampo Poema 520 Me fui temprano -me llevé a mi perro- a visitar el mar. Las sirenas del sótano salían a mirarme y, en el piso de arriba, las fragatas extendían manos de cáñamo, creyéndome una rata encallada en la arena. No huí, con todo. Hasta que el flujo me llegó a los zapatos y al delantal y al cinturón y enseguida al corpiño, tal como si intentara devorarme como a una gota de rocío en una flor de diente-de-león. Entonces salí huyendo. Él me siguió. Venía detrás, cerca. Sentía su tacón de plata en mi tobillo y mis zapatos rebosaron de perlas. Los dos llegamos hasta el pueblo firme. No parecía conocer a nadie. me miró con dureza y se fue, haciéndome una venia. Versión de José Manuel Arango Poema 739 Muchas veces pensé que la paz había llegado cuando la paz estaba muy lejos- como los náufragos- creen que ven la tierra- en el centro del mar- y luchan más débilmente -sólo para probar tan deshauciadamente como yo- cuántas ficticias costas- antes del puerto hay- Versión de Silvina Ocampo Poema 783 Los pájaros empezaron a las cuatro- el período del alba- una música numerosa como el espacio- pero aledaña al día- no podía medir su fuerza- sus voces se derrochaban como arroyo al arroyo se entrega para multiplicar el estanque. Sus testigos no estaban- excepto un hombre fortuito- en casera vestimenta ataviado- para enfrentar la mañana- no era por aplausos- que yo podía atestiguar- sino por éxtasis independiente de deidad y de hombres- a las seis, el diluvio pasó- ningún tumulto hubo de vestimenta o de partida- y asimismo la banda había volado- el sol absorbió el este- el día controló el mundo- el milagro introducido fue olvidado, cumplido. Poema 815 El lujo de entender el lujo sería de mirarte una sola vez y volverme un Epicuro cualquiera de tus presencias sirve de futuro alimento apenas recuerdo haber muerto de hambre tan bien surtida estaba - el lujo de meditar el lujo era darme el festín de tu semblante otorga suntuosidad en días habituales, cuya lejana mesa como la certidumbre recuerda está puesta con una sola migaja la conciencia de ti. Poniente Velámenes de púrpura se mecen con suavidad en mares de narciso; marineros fantásticos se esfuman y queda el muelle en la quietud sumido. Versión de Carlos López Narváez Presentimiento Presentimiento es esa larga sombra que poco a poco avanza sobre el césped cuando el sol sus imperios abandona... Presentimiento es el susurro tenue que corre entre la hierba temerosa para decirle que la noche viene. Versión de Carlos López Narváez Que yo siempre amé... Que yo siempre amé yo te traigo la prueba que hasta que amé yo nunca viví -bastante- que yo amaré siempre te lo discutiré que amor es vida y vida inmortalidad esto -si lo dudas- querido, entonces yo no tengo nada que mostrar salvo el calvario Versión de Silvina Ocampo Selección De las almas creadas supe escoger la mía. Cuando parta el espíritu y se apague la vida, y sean Hoy y Ayer como fuego y ceniza, y acabe de la carne la tragedia mezquina, y hacia la Altura vuelvan todos la frente viva, y se rasgue la bruma... yo diré: Ved la chispa y el luminoso átomo que preferí a la arcilla. Versión de Carlos López Narváez Sentí un funeral en mi cerebro... Sentí un funeral en mi cerebro, los deudos iban y venían arrastrándose -arrastrándose -hasta que pareció que el sentido se quebraba totalmente - y cuando todos estuvieron sentados, una liturgia, como un tambor - comenzó a batir -a batir -hasta que pensé que mi mente se volvía muda - y luego los oí levantar el cajón y crujió a través de mi alma con los mismos botines de plomo, de nuevo, el espacio -comenzó a repicar, como si todos los cielos fueran campanas y existir, sólo una oreja, y yo, y el silencio, alguna extraña raza naufragada, solitaria, aquí - y luego un vacío en la razón, se quebró, caí, y caí - y di con un mundo, en cada zambullida, y terminé sabiendo -entonces - Versión de Silvina Ocampo Soy nadie. ¿Tú quién eres? Soy nadie. ¿Tú quién eres? ¿Eres tú también nadie? Ya somos dos entonces. No lo digas: lo contarían, sabes. Qué tristeza ser alguien, qué público: como una rana decir el propio nombre junio entero para una charca admiradora. Versión de L.S. Tan lejos de la piedad, como la queja... Tan lejos de la piedad, como la queja - tan frío a la palabra -como la piedra - inconmovible a la revelación como si mi oficio fuera de hueso - tan lejos del tiempo -como la historia - tan cerca de uno mismo -hoy - como niños, a las bufandas del arco iris - a la puesta de sol a su juego amarillo a los párpados en el sepulcro - ¡cuán mudo yace el danzarín - cuando las revelaciones del color se rompen - y resplandecen -las mariposas! Versión de Silvina Ocampo Un sueño largo, largo, un ya famoso sueño... Un sueño largo, largo, un ya famoso sueño, que señales no da de que se está acercando el día, pues no mueve ni un párpado el durmiente: un sueño independiente y apartado. ¿Pereza como ésta se vio nunca? En orilla de piedra, bajo el calor, dejar pasar los siglos y ni una vez mirar si el mediodía llega. Versión de L.S.

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